La Transformación de la Mente y el Ego Según Krishnamurti
- Alejandro Alonso
- 15 nov 2024
- 3 Min. de lectura

La transformación personal ha sido una búsqueda constante en la historia de la humanidad. Una de las perspectivas más profundas y desafiantes sobre este tema proviene de Jiddu Krishnamurti, quien cuestiona nuestras ideas preconcebidas sobre el ego, la mente y la forma en que nos transformamos. Según él, la verdadera transformación no surge de técnicas, esfuerzos o voluntad, sino de una comprensión radical de nuestra propia naturaleza.
El Ego y Su Naturaleza
Para Krishnamurti, el ego es una construcción psicológica formada por nuestros pensamientos, creencias, experiencias pasadas y deseos. Es la identidad que creamos para movernos en el mundo, pero también es la raíz de muchos de nuestros conflictos internos y externos. El ego se alimenta del pensamiento, el tiempo y la comparación, lo que perpetúa una sensación de separación entre “yo” y “los demás”.
Sin embargo, el ego no es real en un sentido absoluto; es una ilusión que mantenemos viva al identificarnos con él. Al comprender esto, podemos comenzar a liberarnos de su control.
Cómo el Pensamiento Sustenta al Ego
Krishnamurti señala que el pensamiento es el principal generador del ego. Basado en el pasado y proyectado hacia el futuro, el pensamiento crea la narrativa del “yo”: mis logros, fracasos, miedos y aspiraciones. Este proceso divide constantemente al individuo entre lo que es y lo que debería ser, generando conflicto y sufrimiento.
“El pensamiento crea el tiempo y, con él, el conflicto. Si no hay tiempo psicológico, el ego pierde su fuerza”, afirma Krishnamurti.
La Transformación de la Mente
La transformación genuina ocurre cuando comprendemos la naturaleza del ego y dejamos de identificarnos con él. Esto no implica destruir el ego, sino observarlo sin juicio ni resistencia. Krishnamurti propone:
La Observación Sin Elección: Mirar nuestras emociones, pensamientos y reacciones como un testigo neutral, sin intentar cambiarlos ni controlarlos.
El Fin del Conflicto Interno: Reconocer que la lucha entre “lo que soy” y “lo que quiero ser” es una ilusión creada por el pensamiento.
El Silencio de la Mente: Permitir que la mente esté quieta y receptiva, liberándola del ruido constante del pensamiento.
El Ego: Una Herramienta Necesaria para el Juego de la Vida
A pesar de que Krishnamurti critica el ego como fuente de conflicto, también podemos entender que el ego es un constructo necesario para navegar por el mundo. Es el mecanismo que nos permite interactuar con los demás, asumir roles, cumplir metas y participar en el “juego de la vida”.
Sin embargo, cuando somos inconscientes de su naturaleza, el ego nos controla y nos desvía de nuestro propósito. En lugar de dejar que el ego domine, podemos usarlo como una herramienta, creándolo de manera consciente y alineándolo con nuestros valores y aspiraciones más profundas.
Crear un Ego Consciente
Definir tu propósito: Identifica lo que realmente importa en tu vida y usa tu ego como una extensión de este propósito.
Desidentificación consciente: Reconoce que el ego no es quién eres en esencia, sino un medio para actuar en el mundo.
Reprogramación positiva: En lugar de permitir que el ego esté moldeado por el miedo, el orgullo o las comparaciones, constrúyelo desde la autenticidad, el amor propio y la conexión con los demás.
Un ego alineado con nuestro propósito puede convertirse en un aliado poderoso, ayudándonos a avanzar en la vida sin perder de vista nuestra verdadera esencia.
Conclusión
La transformación de la mente y el ego, según Krishnamurti, no se trata de una lucha contra nosotros mismos, sino de comprender profundamente cómo opera nuestra mente. Al observar el ego sin identificarnos con él, accedemos a un estado de libertad y silencio interior que nos permite vivir plenamente.
Al mismo tiempo, podemos reconocer que un ego sano no es un enemigo, sino una herramienta que, usada conscientemente, puede alinearse con nuestros valores y propósito. Esta integración nos permite jugar el juego de la vida con mayor claridad, autenticidad y compasión.
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